¿Existen
realmente las maldiciones? Mis experiencias muestran que sí. La maldición se
realiza con el deseo vehemente de que alguien
sufra. Dicha maldición se lleva a cabo por un mal espíritu o una forma mental
que se crea o se atrae por el autor de la maldición. Puede ser acompañada por
un ritual, pero no es necesario. La entidad permanece con la víctima y le
acarrea todo tipo de problemas como mala suerte, enfermedades, accidentes,
problemas económicos, etc. Pero el autor no escapa tampoco: Éste también atrae
una entidad que permanece con él y que a la larga le crea problemas. Estas
entidades les siguen a través de sus vidas futuras, hasta que llegue el momento
de librarse de ellas.
Laura, 45, era siempre despedida de los puestos de trabajo que conseguía por las razones más raras. Se ponía enferma a menudo, tenía estrés, dolores por la espalda y se separó de su marido después de 13 años. Pasaron otros 13 años cuando nos encontró. En el canalizamiento de nuestro guía espiritual resultó que su suegra la había maldecido. Laura tenía sus sospechas, pero no nos había dicho nada. La madre de su marido tenía un amor patológico por su hijo y tenía celos a todas las mujeres que él conocía. Eso se debía a una vida pasada entre los dos, en la que fueron una pareja. Maldijo a Laura nada más conocerla, cuando ella tenía 13 años y conoció a su futuro marido. La suegra intervenía en todo. Ella eligió los muebles de la pareja, ella organizó la boda, etc. El guía describió un incidente en el que esa mujer tuvo un ataque de rabia y clavó un cuchillo en el tiesto de Laura, mientras ella y su marido estaban de vacaciones. Al volver, Laura encontró su gardenia de 5 años y que era grandísima totalmente marchitada. La maldición funcionaba gracias a una forma mental que la suegra había enviado a Laura. El guía la despejó y se puso a recoger los fragmentos de alma que Laura había perdido en los numerosos incidentes negativos de su vida. Después de unos días Laura nos contó que un vaso que estaba en el baño y que la suegra había dejado estalló por sí solo. Laura empezó a sentirse mucho mejor después de eso.
Laura, 45, era siempre despedida de los puestos de trabajo que conseguía por las razones más raras. Se ponía enferma a menudo, tenía estrés, dolores por la espalda y se separó de su marido después de 13 años. Pasaron otros 13 años cuando nos encontró. En el canalizamiento de nuestro guía espiritual resultó que su suegra la había maldecido. Laura tenía sus sospechas, pero no nos había dicho nada. La madre de su marido tenía un amor patológico por su hijo y tenía celos a todas las mujeres que él conocía. Eso se debía a una vida pasada entre los dos, en la que fueron una pareja. Maldijo a Laura nada más conocerla, cuando ella tenía 13 años y conoció a su futuro marido. La suegra intervenía en todo. Ella eligió los muebles de la pareja, ella organizó la boda, etc. El guía describió un incidente en el que esa mujer tuvo un ataque de rabia y clavó un cuchillo en el tiesto de Laura, mientras ella y su marido estaban de vacaciones. Al volver, Laura encontró su gardenia de 5 años y que era grandísima totalmente marchitada. La maldición funcionaba gracias a una forma mental que la suegra había enviado a Laura. El guía la despejó y se puso a recoger los fragmentos de alma que Laura había perdido en los numerosos incidentes negativos de su vida. Después de unos días Laura nos contó que un vaso que estaba en el baño y que la suegra había dejado estalló por sí solo. Laura empezó a sentirse mucho mejor después de eso.
Dionisio,
39, intentó tener una sesión de hipnosis, pero lo único que vio fue oscuridad.
Su mujer, que estaba presente, lo hizo por él. Ella no sólo pudo recibir
imágenes, sino que se fue a una vida pasada que había tenido con él. Era bruja
en Escocia, en el siglo XVIII. Dionisio era su amante. Le había prometido dejar
a su mujer y casarse con ella. No lo cumplió y ella lo maldijo. Deseó que no viera nada más que oscuridad para siempre,
que no sintiera nada y otras cosas similares. Esa maldición la recitó bajo la
luna y enterró una medalla de él. La
mujer vio también una vida de su marido en Asia en la que era soldado. No tenía
sentimientos y su única meta era matar al enemigo. Arrepentida, se puso a
llorar. Repitió tras mí la renunciación de la oscuridad y sacó mentalmente de
la tierra la medalla. Llamé a los ángeles que la limpiaron, hablé con el
demonio con el que colaboraba y lo ayudé a ir a la luz. La pareja tenía
problemas económicos y seguro que la maldición y el mal karma de la mujer
tenían mucho que ver con ello.
Juan,
46, tenía mala suerte y todo se realizaba a último momento. En la hipnosis vio
que su familia tenía una maldición. Se la habían puesto a su bisabuelo por ser
contrabandista. Llamé al que puso la maldición. Se llamaba también Juan. Le
expliqué la situación, pero él se enfadó mucho por llamarse mi cliente también
Juan e intentó romperle la camisa. Dijo que a causa del bisabuelo de Juan su
familia había perdido su casa. No se arrepentía y tuve que contarle la historia
de la vida de Juan para que se diera cuenta de que su maldición perjudicaba a
una persona inocente. Llamé también al bisabuelo y tras muchas deliberaciones
llegaron a un acuerdo. El bisabuelo le prometió ser su padre en su próxima
encarnación y que le regalaría una casa blanca, como la que había perdido.
Acudió también el padre de mi cliente, que había fallecido cuando él tenía 3
años. Su muerte fue un sacrificio, para que la fuerza de la maldición
disminuyera. El encuentro fue muy emocional. En un momento de debilidad, Juan
había hecho un amarre para que su novia volviera, pero eso se le fue perdonado,
ya que había sufrido bastante y sin tener la culpa. Aunque el brujo lo había
hecho todo correctamente, no funcionó. Es decir que ni la novia fue afectada,
ni el karma de Juan. Acababa de conocer a su alma gemela, que debiera haber
conocido en vez de esa chica. A causa de la maldición conoció a la otra y tuvo
dos hijos con ella. Su guía espiritual le dijo que la maldición había de ser
quebrantada primero para que pudiera ser feliz con su alma gemela. Ahora sí que
puede tener la serenidad y dicha que se merece.
Eva,
45, había tenido también una vida llena de contratiempos. Había hecho un
intento de suicidio, sus hijos tomaban drogas y su hija había muerto a los 21
años. En la hipnosis recordó que su tío la había molestado sexualmente y ella
lo había maldecido a que desapareciera. Él se ahogó y entonces empezaron los
contratiempos para ella. Ninguno de los dos había perdonado al otro. Ella
todavía se negaba obstinadamente a perdonarlo. El alma de su hija acudió y dijo
que su muerte fue un sacrificio para amansar el ímpetu de la maldición, para
que los demás miembros de la familia pudieran vivir. ¿Cómo podía Eva no
perdonar a su tío bajo tales circunstancias? Lo llamé a él también y le
expliqué lo ocurrido. Él no se había dado cuenta de lo perjudicada que su
sobrina había quedado por sus actos y por eso le costaba justificar su
maldición. Perdonaron el uno al otro y el demonio de la maldición perdió su poder
sobre ellos y fue trasladado a la luz.
Helena,
40, tuvo también muchos contratiempos, problemas económicos y una larga serie
de relaciones fracasadas. En la hipnosis vio que su suegra le había puesto una
maldición a su propio hijo por casarse ése con una mujer que ella no juzgaba
apropiada, con la esperanza de que se separaran. Él ahora estaba paralizado y senil y era
demasiado tarde para ser curado. Helena se había casado con un hombre que no
estaba en el plan de su alma y había tenido una hija con él. Llamé al alma de
la suegra. Estaba arrepentida y pidió perdón llorando. Los ángeles despejaron
la forma mental atraída por la maldición y Helena era libre de conocer al chico
que sí que hubiera debido ser su marido y padre de su hija. En cuanto a la suegra,
tendrá que equilibrar su karma en una próxima vida.
Lina,
31, sabía que tenía un demonio dentro de su cuerpo energético, ya que sentía
quemarse, estaba deprimida y lo oía incluso hablarle. Consideraba a su hermana
mayor responsable de ello, porque la había llevado a un médium cuando ella
tenía 16 años. Se negaba a perdonarla. En la hipnosis vio sin embargo que la
responsable era su tía, que vivía en la misma casa y que tenía envidia a su
hermana (la madre de Lina). Le tenía envidia por su éxito familiar y la casa
que tenía y en la que la dejaba vivir y le puso una maldición a su hija. En
aquel momento, Lina perdonó a su hermana. Desafortunadamente, no era
suficientemente fuerte como para resistir al demonio, ya que estaba en el nivel
uno. Mientras que yo le hablaba y trataba de persuadirlo, él la torturaba, y
tuvimos que interrumpir. Reanudamos la sesión con mi colaborador al que
hipnoticé, pero al llegar la hora, Lina ya no perdonaba a su hermana. Había
vuelto a su opinión original, a pesar de que sabía que su tía era la
responsable. El demonio no pudo ser sacado. Le di una lista de ejercicios de
desarrollo espiritual y protección para que la ayudaran hasta que se sintiera
lista para perdonar a su hermana. Llamé a la madre un par de veces, pero de los
20 consejos que les habíamos dado sólo habían cumplido uno o dos. No volví a
oír de ellas.
El
caso de Ismini, 44, fue bastante parecido al de Helena. Había tenido un primer
matrimonio con Teodoro y dos hijos y una nueva relación con Jorge, también
casado con dos hijos, pero que se estaba alejando de ella. En la hipnosis vio
que su prima la había maldecido desde su infancia. Le tenía envidia y deseaba
verla infeliz. Jorge era su alma gemela, pero a causa de la maldición se casó
con otra mujer. La maldición lo mantenía lejos de Ismini. Los cuatro hijos que
ambos tuvieron habían de haber sido de los dos.
La prima estaba sola, infeliz y gorda. Las formas mentales que le había
enviado eran dos, una para Ismini y otra para Jorge. Los ángeles las despejaron
y el guía dijo que Jorge se acercaría poco a poco otra vez a Ismini.
Pregunté
a nuestro guía sobre un cantante que me gustaba cuando era adolescente. Lo
vamos a llamar Andrés. Durante muchos años oía voces y estaba deprimido. Acabó
suicidándose, ya que los psiquiatras y los gurús no lo pudieron ayudar. El guía
me contestó que no estaba en la luz, que tenía demonios y que yo tenía el
permiso de ayudarlo. Y lo hice. Primero despejé al alma de una chica
adolescente enamorada de él que se suicidó y que se apegó a él, ayudándole a
tener éxito. Después vino el alma de un niño de 8 años. Me dijo que un cura que
estaba de visita en la parroquia lo llevó detrás del altar, lo ató y lo violó.
Para impedir que el niño gritara, lo estuvo pegando y para que no lo delatara
lo mató. Al morir el niño lo maldijo. El cura había sido el cantante y el niño
mi colaborador en una vida en Noruega, en el siglo XIX. Nuestro guía borró los
malos recuerdos del niño, haciéndole creer que el cura no le hizo daño. El niño
se sintió mejor y mientras nosotros nos pusimos a hablar de otras cosas, el
guía le pidió que quitara la maldición. Lo hizo y se fue a la luz. Esa
maldición había atraído a 10 demonios que acompañaron al cantante en todas sus
vidas hasta ahora. El derecho a ayudarlo lo tuve porque he tenido dos vidas
pasadas con el cantante. En una fue mi hermano y en otra mi marido. En su vida
como cura estuvo reprimiendo sus deseos sexuales para los niños y un día no
pudo más. Ciego de deseo, fue poseído de demonios y lo llevaron a cometer ese
acto abominable. Más tarde se arrepintió y se fue a la luz, pero con un karma
pesado. En cuanto al niño, su alma había elegido esa experiencia como
sacrificio. Es decir que los demonios que poseyeron al cura durante el crimen lo
hicieron porque se les dio permiso, dejando a otra persona libre, para que ésa
se salvara. Es una manera que las almas eligen a menudo para ayudar a otras
almas, su propio karma o causas altas. Desafortunadamente, cuando después se
pone una maldición, aunque se logre la meta deseada, se crea un nuevo karma negativo.
Como
último ejemplo voy a contar el mío. En esta vida he experimentado siempre el amor no correspondido. Mi vida
estuvo, como consecuencia, llena de depresión, llanto y sufrimiento. Cuando mi
alma gemela murió, descubrí el porqué de
todo. Habíamos tenido una vida en Flandes, en el siglo XVI. Estábamos ambos
casados cuando nos conocimos y enamoramos. Tuvimos una relación clandestina y
un hijo juntos. Nuestros cónyuges se enteraron. Mi marido me dejó y mi amante
abandonó a su mujer. A esa mujer la
había dejado antes en una vida en Lemuria al conocerme, mientras ella era su
novia. Nuestra vida de Flandes no terminó bien. Nuestro hijo murió a los 6 años
y mi amante lo tomó tan mal que se puso enfermo y murió. Tras eso yo me
suicidé. Su mujer nos había maldecido haciendo una ceremonia de alta magia
enviándonos 28 demonios. En esta vida mi misión era sacrificar el amor erótico
por el espiritual. Si lo hubiera hecho, la maldición se habría roto y los
demonios se habrían ido. No lo hice y mi alma gemela se sacrificó, eligiendo
tener cáncer y morir. La maldición está ahora rota y los demonios se han ido
para siempre. Ahora mi alma gemela está otra vez encarnada y nos conoceremos
dentro de unos años. Esta vez nada y nadie podrá afectar nuestra relación.
No
todas las maldiciones funcionan. Eso depende de la fuerza de los sentimientos
negativos del que pone una maldición así como del karma, de la espiritualidad y
de la misión del que la recibe. Pero cuando funciona, la manera más rápida de
deshacerse de ella es el perdón, una base ideológica espiritual y un terapeuta
luminoso. Además de ello, el sacrificio es otra herramienta importante.
En
cuanto a los objetos o sitios malditos, se trata de objetos utilizados en
rituales de magia negra, sacrificios humanos o sitios con mucha energía
negativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario