googlefc.controlledMessagingFunction Guerra espiritual: Posesión: una consecuencia kármica

miércoles, 3 de marzo de 2021

Posesión: una consecuencia kármica


Ésta es la transcripción de una liberación espiritual de Bertrán, 32 años, que ha tenido muchos problemas, bloqueos y contratiempos en su vida.  Llevaba años sin encontrar trabajo, por la noche no podía dormir y en su cuarto sentía la presencia de varias fuerzas ajenas que hacían ruido y movían la puerta. Antes de encontrarnos había consultado a 206 terapeutas y exorcistas por todo el mundo. Once de ellos aceptaron tratarlo, pero los problemas siguieron iguales después de la terapia. 

En la primera sesión con Bertrán sacamos a dos entidades, una extraterrestre y un hombre gay que estaban enamorados de él y que se habían apegado a su aura. Bertrán sólo ha tenido cuarto vidas. Una de ellas había sido en otro planeta, en el que fue esclavo. Para liberarse colaboró con sus dueños, haciéndose jefe de los esclavos y esclavizando a más gente. La ET había sido su dueña. En esta sesión nos encargamos de las siguientes entidades kármicas. De no alejar primero ésas, ningún exorcismo  tendrá los resultados esperados. 

Nuestro guía ha estado preparando la sesión y, en contacto con Bertrán, ha traído a la entidad que le acosaba a donde nosotros y la metió en el cuerpo de mi colaborador Xanti. Esta entidad era especialmente fuerte y para extraerla de Bertrán  el guía ha seguido un proceso especial. La ha cortado en dos con su espada y metió sólo la mitad en el cuerpo de mi ex -colaborador Xanti. Se ocupó de la otra mitad solo.  Para meterla dentro  de Xanti  estuvo ordenándola así durante los primeros 10 minutos:

G. Bertrán, apaga todas las luces.

G. Fuera, fuera, fuera….  Fuera, fuera, fuera

G. Lárgate, lárgate. Lárgate

G. Confía en Dios… Fuera… Lárgate…

G. Koalani, dale la cruz.

K. ¿Que le dé la cruz a Xanti?

G. Sí. 

Se la di y el guía siguió.

G. Lárgate… No puedes, esfúmate… Esfúmate…

G. Y ahora… Lárgate… Prepárate…

G. Lárgate… Dile a Bertrán que se ponga de pie.

Yo se lo dije y el guía siguió.

Durante todo este tiempo el cuerpo de mi colaborador ha estado convulsionándose y cayendo hacia abajo en la silla, así como moviendo las manos. Toda la fila exterior de tebeos que estaban en el estante detrás de la silla se cayó.

G. La batalla se acabó.

K. ¿Se acabó? ¿Lo levanto a Xanti?

G. Sí.

G. Bertrán, siéntate. La batalla se acabó. 

B. Por la noche no puedo dormir.

K. Un momento, porque Xanti está agotado.

G. Dale a Xanti agua.

Le ayudé a beber agua y seguimos.

G. Bertrán tiene algo en las manos. Tiene la marca de un demonio.

K. De un demonio, ¿no de los extraterrestres?

G. Para nosotros es lo mismo.

G. Ahora esa marca no tiene efecto, porque la batalla se acabó. Pero puedes hacerme preguntas.

F. Por la noche no puedo dormir, no puedo apagar la luz, porque la entidad me ataca. ¿Esta noche podré apagarla?

G. Sí, porque los demonios se han ido.

K. ¿Todos?

G. Sí, porque su jefe ya no está aquí. Pero tienes que hablar con él. ¿O tienes miedo?

F. No, no tengo miedo.

G. Yo me voy a ir para que hables con el demonio.

B. ¿Entonces Koalani lo trasmutará a la luz?

G. Koalani, tú vas a hacer tus trucos.

K. Ja ja, vale. 

B. Tienes que convencerlo.

G. Y no puedo ayudarte mientras hablas con él.

K. Muy bien. Llamo a los ángeles guerreros, a que vengan y nos protejan a nosotros, a Bertrán, a Xanti y a mí, nuestras casas y mascotas. Que se pongan alrededor de nosotros, al norte, al sur, al este y al oeste, delante y detrás, rodeándonos con su luz y su protección. Y a continuación, llamo a los ángeles salvadores y les pido que lleguen y rodeen al jefe de las entidades oscuras que ha estado con Bertrán hasta ahora. Que lo metan en una cápsula de luz.

Hasta ahora hemos estado hablando en castellano, pero el demonio se pone a hablar con la voz de Xanti en griego.

D. Ya has empezado otra vez… Ya has empezado…

K. ¿Puedes hablar en castellano?

D. ¿Para qué? ¿Para hacerte el favor?

El demonio se echa a reír.

K. Bueno, Bertrán, te traduciré lo que diga, ya que se niega a hablar en castellano.

El demonio habla en griego y yo en castellano. Aquí pongo la traducción.

D. Avísalo, pues tú te crees que estoy aquí…

K. Pero tú estás con él, ¿eh?

D. Sí… Me habéis rodeado…

K. Es para nuestra protección.

D. Ahora que el otro se ha ido te has quedado sin fuerza.

K. No importa. ¿Cómo quieres que te llame?

D. Jefe. Tuyo. Y de Bertrán.

K. Bien.

D. De todos modos, siempre he sido su jefe.

K. Bueno, ¿qué quieres de él?

D. Lo quiero a él.

K. ¿A él mismo?

D. Sí.

K. ¿Porque antes pertenecía a vuestras tropas?

D. Nos pertenece aún.

K. Él ya no quiere perteneceros.

D. Sí, pero queremos nosotros.

K. ¿Por qué lo queréis? ¿Tan importante es Bertrán?

D. Es una víctima. Y escucha todo lo que le decimos.

K. ¿Hace lo que le decís? ¿Como por ejemplo qué?

D. Nos debe un favor. Un día lo pusimos en un puesto del que se ha olvidado.

K. ¿Cómo jefe de los esclavos?

D. Claro. Y ¿por qué ahora renuncia?

Traduje mal, diciendo que Bertrán ya no quería ese puesto y el demonio me corrijo diciendo que él había usado el verbo “renunciar”. Eso prueba que entendía castellano perfectamente, pero que no quería usarlo.

D. No nos interesa si quiere o no, ¡he dicho que renuncia!

K. Bueno, mira, ¿por qué no encuentras a otro? ¿Por qué quieres  éste?

D. Es que Bertrán tiene una voluntad tan, pero tan nula… Ja ja ja ja ja….. Que se cree que con sus oracioncitas nos va a hacer retroceder.

K. Pero Jefe, si eres tan fuerte como dices, ¿por qué te metes con una víctima? ¿Por qué no te confrontas con uno que sea tan fuerte como tú?

Silencio.

K. A ver…

D. Porque yo quiero éste.

K. ¿Por qué? ¿Por qué sí?

D. Es que es tan sumiso… No levanta nunca la cabeza.

K. Pues yo creo que te vendría mejor alguien más desarrollado. Bertrán es un alma nueva, ¿para qué te vale un alma nueva? Tú necesitas un alma vieja, que sea fuerte, dedicada. Éste, ¿pa qué?

D. Te voy a decir una cosa, Koalani. Conocemos todos tus nombres, así como tus métodos.

K. Mis métodos… ¿Qué métodos?

D. Los que usas para engañar a los demonios estúpidos… Pero no a los jefes.

K. Bueno, yo no presumo poder hacer muchas cosas… Vamos a ver… ¿Qué quieres de parte de Bertrán?

D. Le quiero a él mismo. Tiene mi sello en su cuerpo.

K. Ah, pero ese sello ya está inactivo.

D. Es que yo puedo activarlo otra vez.

K. Yo pienso que…

D. ¡Siempre se mete él!

K. ¿Quién?

D. El guía. No es trabajo suyo. ¡Que mire sus propias cosas! Porque si no, lo voy a ahogar, para que se quede quieto de una vez.

K. Bueno, no serás tan cobarde, te gusta la batalla, ¿no?

D. Tiene muchos guardias. Por eso me ha metido en un puesto difícil ahora, pero eso no significa nada.

K. Qué… ¿Prefieres a Xanti que a Bertrán ahora?

D. Si hacemos el intercambio… No es así, ¿Bertrán?

K. Bertrán no entiende griego, así que...

D. Entonces díselo tú, pues yo no me voy a rebajar a hablar ese idioma.

K. ¿Por qué? ¿El castellano no es importante?

D. Para mí no, para este idiota que tienes ahí en la silla sí.

K. ¿Y por qué te gusta el griego más?

D. Porque sí.

K. ¿Tuviste alguna vida en Grecia? A ver, ¡cuéntame!

D. Eso no debes preguntármelo a mí, ¡sino a Bertrán!

K. Bertrán no sabe, no se acuerda de sus vidas pasadas.

D. Hace muy mal. Es un inútil.

K. ¿Tuvo alguna vida en Grecia contigo?

D. No se acuerda de su nombre antiguo. ¿Eh, Bertrán? ¡Qué mal suena este nombre, Bertrán!

K. ¿Su nombre antiguo era más bonito?

D. Sí.

K. Pues dime, ¿Cómo se llamaba?

D. ¿Y por qué te lo voy a decir a ti?

K. A ver, cuéntame sobre tu vida pasada, ¿en qué época fue?

D. Cuando todo era glorioso…

K. Dime, cuándo. ¿En la Atlántida?

D. ¡Y dale otra vez! Dios mío, tú deberías ser profesora de filología.

K. Si lo soy, ese fue mi primer trabajo.

D. Sí, para contar cuentecillos.

K. ¿Por qué, la Atlántida es un cuento? ¿A qué época te refieres pues?

D. ¿Y quién te ha dicho que yo te lo voy a explicar?

K. Ah, ¿te refieres a cuando los nefilimes dominaban a los humanos?

D. Ay, ¡déjate de tonterías!

K. ¿Por qué, no te gusta hablar de ello?

D. ¡No me jodas! ¡Qué irritante!

K. Pues yo no creo que te acuerdes de tu pasado.

D. Si sigues así, ¡lo ahogo a éste!

K. Hombre, cuéntame, yo quiero ayudarte.

D. ¿Cómo coños me vas a ayudar?

K. Es que tienes amnesia.

D. Y a ti ¿qué te importa eso?

K. Para ayudarte.

D. ¿Con qué?

K. La amnesia que tienes.

D. ¡Dios mío!

K. ¿Sabes quién eres de verdad?

D. El que soy. Su jefe.

K. Pero hace poco mencionaste un pasado glorioso. A lo mejor fuiste más importante en ese pasado. ¿No quieres saber? No me digas que tienes miedo…

D. Bertrán, como siempre, era listo. Y ahora te llama a ti para que recojas su basura.

K. Lo que Bertrán haya hecho en el pasado le pertenece al pasado, porque quiere cambiar. Pero ahora estamos hablando de ti, Jefe.

D. Sí, pero yo quiero estar con él para torturarlo, tal como hizo conmigo.

K. ¿Te torturó a ti?

D. No con ese nombre horrible, claro.

K. Si no me dices su nombre yo no puedo saberlo. 

Silencio.

K. ¿Te sacrificó a los dioses?

D. Para que sepas pues, tu querido Bertrán, cuando se encontraba en Roma, estaba con esos imbéciles, en el senado. Claro, era un buen orador. Pero cuando veía cristianos, los mandaba a los leones. Era un juego para él. Eso me hizo a mí también. Te diré mi nombre para que se acuerde, ya que presume de beato. Nicodemo.

K. Ah, es un nombre griego.

D. ¡Si es que soy griego!

K. Aah, eres griego… Entonces crees en los dioses del Olimpo…

D. Sí, pero también a un Dios desconocido.

K. Entonces tú eras más sabio que Bertrán. Sabías que existía el verdadero Dios creador y sabías que existían los dioses del Olimpo.

D. Y por eso él me mató. Y ahora quiere librarse.

K. Tienes razón. Tienes toda la razón, Jefe. Bertrán, como la mayoría de los romanos, era un fanático.

D. Y ahora sigue igual.

K. Ahora es cristiano.

D. Ha cambiado de bando para conmemorarme…

K. Hmmm. Mira, ahora vive en Perú, no en Roma.

D. ¿Dónde está eso?

K. En América, está muy lejos… Es otra cultura…

D. Ya lo sé, estoy con él, y con toda su familia. He metido a uno de nosotros  en cada uno de ellos. Je je, y tiene una hermana,¿no?

K. Sí, y no se puede casar.

D. Ja ja ja ja … La pobrecita… He hecho muy bien mi trabajo hasta ahora. Está encerrado en su cuarto.

K. Sí, jefe, te reconozco. Has hecho un trabajo buenísimo.¡Buenísimo! Creo que muy pocos de los oscuros con los que he hablado hasta ahora han sido tan exitosos.

D. Mmm, por lo menos reconoces mi superioridad.

K. Claro que la reconozco. Y en tu pasado también, porque sabías la verdad.

D. Ya ves qué era él, un matarife sin más. 

K. Sí.

D. Y ahora pide misericordia. Y se pone de rodillas…

K. Pero ahora estamos hablando de ti, no de Bertrán. ¿Por qué estás obsesionado?

D. Es que no me puedo olvidar. E imagínate lo cobarde que es, ya que en seguida se hizo jefe cuando se lo sugerí.

K. Ah, sí, es que es un alma nueva, sin experiencia. ¡Pero tú no! A que tú eres un alma vieja. A ver, dime. Antes de esa vida en Roma, ¿qué eras? ¿Te acuerdas de tus otras vidas?

D. Yo sé que le persigo a él.

K. Ah, entonces no conoces tu pasado. Conoces sólo una vida. Todas las demás, las miles de vidas que tal vez hayas tenido antes, ¡las has olvidado!

D. Y ¿qué iba a hacer de ellas? No me sirven para nada.

K. Tú estás empeñado en una vida, cuando tal vez has tenido un pasado mucho más glorioso. ¿No quieres saber? Si llegas a conocer todas tus vidas anteriores, tendrás muchísima más fuerza que ahora. Es que ahora tienes sólo la fuerza de una vida, ¿entiendes? Si te acuerdas de las anteriores, serás súperjefe! El mayor de todos! 

D. Entonces ¿por qué me habéis rodeado con todos esos ángeles?

K. Ah, los ángeles son para nosotros, para protegernos. Sí, porque sabemos la fuerza que tienes tú, entonces necesitamos protección.

D. ¿Tenéis miedo de mí?

K. ¡Es que eres muy fuerte!

D. Mmm. Y ése, ¿qué está haciendo?

K. Ah, no sé, estamos hablando de ti.

D. ¿Me tiene miedo, él?

B. No.

K. Dice que no, pero no nos importa. Lo que importa es que te acuerdes de tu fuerza.

D. ¿Acaso quiere que le dé una muestra de mi fuerza?

K. No, la que puedes tener, no la que crees que tienes ahora.

D. Me refiero a él, a lo que ha dicho de mí.  A ver si le hago una demostración…

K. Creo que le has hecho bastantes demostraciones.

D. Puedo tirarle el techo a la cabeza…

K. Je je… Mira, si encuentras tu verdadera fuerza, podrás hacer muchas cosas más.

D. ¿Qué quieres, Koalani?

K. Quiero que des con tu verdadera fuerza, y no sólo la de la vida de Roma.

D. Pero es que ésa me marcó.

K. Ésa te marcó negativamente, mientras que las demás te marcaron positivamente. ¿Te das cuenta?

D. ¿Qué quieres de mí?

K. Quiero que mires dentro de ti, en el centro de tu ser.

D. Y con él, ¿qué pasará si hacemos eso?

K. Ya me dirás después qué hacemos. Ahora nos estamos ocupando de ti.

D. Esclavito, ¿me oyes?

K. Sí, es un esclavo, no nos importa. Tú eres mucho más importante.

D. Bertrán, ¡esclavito!

K. No te entiende, no habla griego.

D. ¿Por qué no habla griego?

K. No lo ha aprendido. Igual en Roma tampoco lo hablaba.

D. ¿Qué hace el esclavito? ¿Está temblando?

K. No habla griego, tienes que hablarle en castellano.

D. Eso me faltaba, rebajarme a hablar esa lengua que suena como un maullido.

K. Bueno, yo te entiendo, porque soy también griega. Pero ya ves, he aprendido castellano.

D. Tú no eres griega.

K. ¿No soy griega yo? Entonces ¿qué soy?

Silencio.

K. A ver, ¿cuál es tu opinión sobre mi nacionalidad?

D. Eres nórdica.

K. Ah, bueno, amo a los países nórdicos, eso es verdad.

D. Y fuiste nuestra.

K. ¿Os pertenecí yo?

D. Te olvidas de tus pecados…  Señorita, para que no decir “señora”  Svengesen. Cuando matabas, ¿o ya te has olvidado?

K. Ah, cuando era asesina, en mi vida de Dinamarca…

D. Le has pedido a Xanti que busque tu apellido.¿Ya ves que nosotros hemos estado con él esta semana?

K. ¿Entonces no habéis estado con Bertrán?

D. Ts ts, te pierdes. Antes eras nuestra, pero ahora te has vuelto tonta.

K. No importa si soy tonta, lo que importa es que recobres tus memorias.

D. ¡Eres tonta!

K. ¿Por qué soy tonta?

D. ¡Por que antes tenías fuerza! ¡Te has vuelto como ése, Bertrán, con ese nombre horrible!

K. ¡No soy como él! ¡Yo con tanta oración no puedo!

D. Intento recordar cómo se llamaba en Roma…

K. Ya ves, ni siquiera de eso te acuerdas. Imagínate cuánta más información se te escapa.

D. Deja de hacerte la lista. ¡Ah! ¡Ya está! ¡Me he acordado! Se llamaba Lucius.

K. Lucius.

D. Imbécil y barrigudo.

K. Ja ja, tenía una barriga, ¿eh?

D. Con su toga blanca… Lo único que sabía era poner sentencias, porque yo era cristiano. ¿Le oyes? Ahora está invocando a Cristo…

K. Bueno, ha aprendido de sus errores.

D. ¿Ah sí? ¿Y qué hace para eso? ¿Qué haces, esclavito, para eso?

K. ¿Y tú qué haces?

D. Yo sé lo que hago.

K. Sí, pero te has quedado 2000 años en una vida. ¡Qué tragedia!

D. Tenía una meta.

K. Y la has conseguido, ¿no?

D. No sé si ha sufrido suficientemente. Como cuando los leones te arrancan la piel…

K. ¿Cuánto tiempo duró tu tortura?

D. Media hora.

K.Media hora…

D. Media hora. Y lo único que nos mantenía era nuestra fe.

K. Pues fuiste un santo, ¡Jefe! ¡Un santo! ¡Los santos se sacrificaron por su Dios! ¡Allí está tu fuerza!

D. ¿Dónde?

K. ¡En la santidad! La santidad que lograste en aquella vida. Te sacrificaste por el  Dios Creador. Si miras dentro de ti recobrarás toda la fuerza que te corresponde.

D. ¿Cómo lo sabes?

K. Sí, hazlo y verás. No me digas que tienes miedo de ti mismo.

D. Estoy mirando. 

K. Vale. Dinos qué ves. Vete profundo, muy profundo.

D. Mmm dulzura. Caliente, brillante.

K. Sigue mirando.

D. Ah, como si estuviera adormecido. Ah, ¡qué bonito! Se me va un peso de encima.

K. ¡Qué bien! ¿Te sientes más ligero?

D. Sí…

K. ¿Eras rubio? ¿O castaño?

Nicodemo se pone a hablar en español.

D. Castaño. Alto. Musculoso.

K. ¿Eres un atleta?

D. Sí. 

K. Un atleta griego.

D. El mejor.

K. Sigue mirando hacia dentro. Entrando en contacto con tu fuerza. ¿A qué te dedicabas?

D. Campesino.

K. ¿Viviste en el primer siglo después de Cristo?

D. Sí. 

K. Y ¿Por qué vivías en Roma?

D. Porque me había trasladado como esclavo.

K. ¿Fuiste esclavo también? ¿Los romanos? ¿Entraron en Grecia y os cogieron?

D. Sí… Sólo a los cristianos.

K. Ay…

D. Me siento limpio. ¿Dónde estoy?

K. Pues puedes ir a la luz si quieres.

D. Y ¿él?

K. ¡Qué nos importa él!

D. Está aquí. Oigo su respiración.

K. Sí, está escuchando.

D. ¿Por qué no lo veo?

K. Por que tú estás más arriba ahora, ¡estás en la luz! Estás bañado de luz espiritual, de la fuerza que te corresponde.

N. Y él, ¿qué hace?

K. No sé qué hace. Oye, Bertrán, ¿te arrepientes de lo que hiciste? ¡Mandaste a los leones a un cristiano! ¿Te das cuenta? 

B. He pecado.

K. Debes pedirle perdón.

B. Yo le pido perdón por todo lo que hice.

N. Te oigo. Bertrán. Qué nombre más extraño…

K. Creo que ese nombre es alemán. Lo trajeron los visigodos a España. Es posterior a tu era. 

N. Ah…

K. Es que tú te has perdido 2000 años… Y todo ha cambiado mucho. Las civilizaciones, las lenguas…

N. Y ahora, yo me voy.

K. Sí, pero han quedado algunos oscuros que estaban contigo. ¿Quieres que ellos también se sientan tan bien como tú?

N. Los quiero conmigo.

K. ¿Eran también griegos?

N. Sí, cristianos.

K. Tienes que recogerlos y decirles que miren dentro de sí.

N. Me están abrazando. Mis amigos…

K. ¡Qué bien!

N. Lucius, ¿me estás escuchando?

K. Te está escuchando. Te ha pedido perdón.

N. Bertrán… Me voy…

K. ¿Los has recogido a todos?

B.¿Cuántos son?

N. 50.

N.Bertrán, te dejo en paz… No hay ninguna oscuridad más.

K. Pido a los ángeles que te muestren el camino hacia la luz.

N. Ya sé el camino, lo veo.

B. ¿Puedes mirar en mi cuarto, en mi departamento, por si hay otro como tú fuiste antes?

N. No hay.

K.¿Los has recogido a todos?

N. Sí. 

B. Y los que estaban con mi padre, mi madre, mis hermanos, ¿los tienes a todos?

N. Sí eran mis amigos.

K. ¿Entonces sus familiares están libres?

N. Sí. 

B. Que mire bien, en casa de mis familiares.

N. Están todos conmigo aquí, los veo a todos. 

K. ¿Y no hay otros que no sean tus amigos?

N.Bertrán era mío, no podían entrar otros. Estaban todos bajo mis órdenes.

K. Ah, estaba bajo tu jurisdicción, vale.

N. Tengo que irme.

K. Bueno, que te vayas en paz.

N. Adiós,Bertrán.

B. Adiós. Que Dios te reciba.

N. Y perdona.

B. Acepto tu perdón. Acepto tu perdón…

Se fueron y el guía volvió. 

K. Entonces por eso los demás terapeutas no acertaron, ¡porque el trabajo tenía que hacerse por griegos!

El guía no comentó mi comentario, pero si que contestó a las preguntas de Bertrán. Aquí viene una versión corta:

B. ¿Por qué los otros terapeutas quitaron las entidades y después de un rato volvieron?

G. No hicieron bien los rituales. Durante dos o tres semanas tendrás que encender velas y rezarle a San Miguel. También enciende una vela a mi nombre, para que nos conectemos. Estaré con tus familiares durante las próximas semanas. 

El guía no dice casi nunca qué hacen o no hacen los demás terapeutas, pero yo creo que ellos no habían alejado a las entidades kármicas, sino sólo a las nuevas que habían acudido. 

B. ¿Podré dormir esta noche?

G. Sí.

B. Por qué Jesucristo y la virgen María me pidieron perdón por no poder ayudarme?

G. Porque tenías que equilibrar tu karma.

B. Yo hice un sacrificio tres veces, entregué todo mi dinero a la iglesia tres veces, ¿por qué no funcionó?

G. Tu karma tenía que ser equilibrado. Y ya no hace falta sacrificar más. Relájate y siente fe, no temor. Si hay temor, el milagro no puede funcionar. 

B. ¿Por qué el espíritu santo no ha podido proteger mi aura de las entidades oscuras?

G. Porque todo lo has hecho con temor. Por un lado tienes fe, y por otro temor. Tienes que elegir.

B. ¿El espíritu M de la terapeuta J que me hizo una liberación espiritual es de la luz?

G. Es un espíritu inadecuado,  y las intenciones de la terapeuta no son puras.

K. Bertrán se fue a 206 terapeutas, ¿todos eran impuros?

B. Nadie se ha enfocado en elevar su nivel espiritual.

K. ¿Por eso no funcionaron las terapias?

G. Sí.

B. ¿El ayuno ayuda a elevar el nivel espiritual?

G. Eres un aficionado a los rituales humanos. Funciona cuando se hace con amor, no con temor. Pero no hace falta que lo hagas ahora, sino después de un mes.

K. Y ¿cuánto tiempo?

G. Cuarenta días.

B. ¿Y el ayuno de doce horas, de las doce de la noche hasta las doce del mediodía es bueno?

G. Puedes elegir entre el ayuno de 40 días o el de doce horas, todas las noches, durante 40 noches. Hazlo como quieras. 

B. ¿Por qué los predicadores cristianos que hacen liberaciones espirituales y tienen el espíritu santo incorporado no usan la hipnosis? ¿No es de Dios la hipnosis?

G. Tus preguntas contienen culpabilidad, déjalo, libérate.

B. He hecho ejercicios para desarrollar mi tercer ojo, pero no he podido. ¿Por qué?

G. Los demonios no querían que llegaras a la verdad.

B. Usé el conjuro de Júpiter para salir en cuerpo astral, pero las entidades me impidieron. ¿Tuvieron miedo del conjuro de Júpiter?

G. No. Pero tenías protección.

K. ¿Qué tipo de protección?

G. Protección automática. Pero si quieres coger otro demonio, puedes hacer viajes astrales.

K. ¿Es peligroso?

G. Para él sí.

K. ¿Pero tiene un  guía?

G. Sí, desactivado. Se activará dentro de unas semanas.

Después de esta sesión tuvimos dos más para alejar a los demás extraterrestres que se habían juntado alrededor de Bertrán y su familia. Esa parte de Perú recibía ataques de ETs. El guía desactivó también  los 4 implantes que le habían puesto. El guía que se le dio era griego. Estuvo un rato en contacto conmigo hasta que su vida volviera a un ritmo normal.



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