Los
crímenes de pasión abundan todavía en nuestros días. Estas personas, empujadas
por los celos y la sensación de injusticia, se olvidan del amor que hasta
entonces sentían por su pareja y la relación termina de esta manera trágica.
Pero, ¿se acaba ahí la historia? ¿Qué es lo que exactamente ocurre después de
esos crímenes?
Mo, 65, sentía culpabilidad y baja autoestima, tenía problemas de salud bastante serios, dos matrimonios desastrosos y al final su madre le quitó a su hijo para criarlo ella. Había ido a donde muchos curanderos y terapeutas, pero no notó mejoría y abandonó la búsqueda. Sin embargo, una amiga suya le habló de mí y me contactó. En la sesión, nuestro guía trajo al demonio que le había destrozado la vida. Se llamaba Ryan y había tenido una vida en la India, cuando ésta pertenecía a Inglaterra, como marido de Mo, que entonces se llamaba Linda. Eran ambos ingleses. Un día Ryan la pilló con otro hombre en la cama, y para colmo era un indio, algo inconcebible en aquellos tiempos. Ryan lo fusiló allí mismo. Linda se vengó más tarde envenenándolo. Él juró venganza, haciéndose demonio y persiguiéndola tanto en aquella vida como en sus vidas futuras. Al oír la historia, Mo le pidió perdón con todo su corazón. Él la perdonó y le expresó su amor. Fue un momento muy emotivo. Y se fue a la Luz.
Basilikí,
25, sabía que tenía un espíritu maligno junto a ella, debido a sus pesadillas
desde niña, una sensación de ahogo, contratiempos, accidentes, cosas en su casa
que se rompían, sombras que aparecían en sus fotos y que habían visto en su
casa ella y otras personas. Bajo hipnosis, no pudo ver nada más que oscuridad y
después de un rato sintió que alguien intentaba ahogarla. Tuvimos que
interrumpir y hacerlo mediante mi colaborador y nuestro guía. El demonio se
llamaba Élise y vivió en Francia, en el siglo X después de Cristo. Mi clienta
era entonces hombre y eran amantes. Élise era bruja y había matado a varias
personas que consideraba malas. Se cansó de su amante y lo dejó. Éste quiso
vengarse y la delató a las autoridades. La ahorcaron bajo la acusación de
brujería. Juró vengarse y persiguió al amante en sus futuras encarnaciones.
Pedí a Basilikí que pidiera perdón a Élise. Lo hizo y el demonio se transformó,
pudo ver su luz interna, y se fue a la Luz. Ya al día anterior Basilikí me
escribió diciéndome que estaba mucho mejor. Después de una semana me escribió
que su vida era por fin normal.
Daniel,
27, tuvo una vida en el siglo XIX como Erik, un noruego muy mujeriego que
conoció a María, una sueca, en Gotemburgo. María estaba casada, pero eso no fue
un obstáculo para que los dos jóvenes se enamoraran. Como suele pasar, el
marido, Ralf, los descubrió y la pareja huyó al extranjero. Sin embargo, no
tardaron en oír que Ralf había enviado a unos hombres para que mataran al
amante. Impulsivo como era Erik, volvió a Suecia y lo mató primero. Ralf juró
venganza y encontró a Erik en su nueva encarnación. Daniel no había tenido
problemas serios hasta conocer a Tai, una chica filipinesa, y enamorarse de
ella. Tai le correspondió y entonces fue cuando empezó a ser bombardeado con
voces que le ordenaban pegarla y matarla. Después de un año tuvo que ingresar
en una clínica de enfermedades psíquicas. Mientras estaba allí, gracias a su
ordenador, nos encontró y tuvimos la sesión de liberación espiritual. Tai es la
reencarnación de María y Ralf no lo pudo aguantar. Tras un largo diálogo con él
pude convencerlo de que ya había castigado bastante a Daniel y que era tiempo
de irse al cielo. El sufrimiento de Daniel no acabó allí, ya que Ralf había
llamado a unos vampiros extraterrestres que habían puesto implantes en el
cuerpo de Daniel. Esos implantes servían de emisores que le retransmitían las
mismas órdenes. Su terapia, es decir aislarlo de los extraterrestres y sacar
los implantes, duró meses.
Yo tuve
una vida en Noruega, en el siglo XIII. Seduje a mi propio hijo, mezclando el
amor materno y el de una amante. Nos enamoramos y nuestra relación se consumió
cuando él tenía 18 años. Mi marido se dio cuenta y nos amenazó. Entonces mi
hijo y amante se le adelantó y lo asesinó. Gozamos de nuestro amor durante unos
años, pero él se enamoró del cura. El cura le correspondió. Para que nuestro
entorno no descubriera estas relaciones clandestinas y para no perder a mi
amante, me casé con el cura. Desafortunadamente, mi amante se cansó de mí y ya
no me aguantaba. Así que me mató. El cura lo abandonó y se fue a vivir solo. Mi
amante acabó suicidándose. Las almas de mi marido y de mi amante, perdidas en sentimientos
negativos, se quedaron en el bajo terreno astral, convirtiéndose con el tiempo
en demonios. Esos demonios se apegaron a las encarnaciones de esta vida. Mi
amante de entonces se hizo otra vez mi amante, mientras que su demonio lo
guardó deprimido y perdido toda la vida. Mi marido de antes nació como su
hermano y su demonio nos separó. El alma del cura ha venido a ayudarme en mi
trabajo mediante nuestro guía y se ha encargado de enviar a la Luz al alma de
su antiguo amante. Así que se desarrolló una versión del complejo de Edipo,
pero sin remordimientos de nuestra parte. Mi guía dijo que mi seducción no formaba
parte de la misión de nuestras almas, ni hizo de mi hijo gay, sólo complicó las
cosas. La misión era que mi hijo y el cura se enfrentaran a su homosexualidad
sin dejar que su entorno les metiera sentimientos de vergüenza o de odio por su
naturaleza. Mi misión era simplemente aceptar a un hijo gay. Pero mi alma no se
pudo limitar a algo tan sencillo, al igual que en muchas otras vidas.
De
estas historias queda claro que el tomar venganza no resuelve nada, sólo
complica las cosas, perpetuando un ciclo de sufrimiento y odio, tanto para el
que odia y se venga, como para la persona odiada.
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