googlefc.controlledMessagingFunction Guerra espiritual: Celos y venganza

viernes, 23 de julio de 2021

Celos y venganza

 


                                                

 

Los crímenes de pasión abundan todavía en nuestros días. Estas personas, empujadas por los celos y la sensación de injusticia, se olvidan del amor que hasta entonces sentían por su pareja y la relación termina de esta manera trágica. Pero, ¿se acaba ahí la historia? ¿Qué es lo que exactamente ocurre después de esos crímenes?

Mo, 65, sentía culpabilidad y baja autoestima, tenía problemas de salud bastante serios, dos matrimonios desastrosos y al final su madre le quitó a su hijo para criarlo ella. Había ido a donde muchos curanderos y terapeutas, pero no notó mejoría y abandonó la búsqueda. Sin embargo, una amiga suya le habló de mí y me contactó. En la sesión, nuestro guía trajo al demonio que le había destrozado la vida. Se llamaba Ryan y había tenido una vida en la India, cuando ésta pertenecía a Inglaterra, como marido de Mo, que entonces se llamaba Linda. Eran ambos ingleses. Un día Ryan la pilló con otro hombre en la cama, y para colmo era un indio, algo inconcebible en aquellos tiempos. Ryan lo fusiló allí mismo. Linda se vengó más tarde envenenándolo. Él juró venganza, haciéndose demonio y persiguiéndola tanto en aquella vida como en sus vidas futuras. Al oír la historia, Mo le pidió perdón con todo su corazón. Él la perdonó y le expresó su amor. Fue un momento muy emotivo. Y se fue a la Luz.

 

Basilikí, 25, sabía que tenía un espíritu maligno junto a ella, debido a sus pesadillas desde niña, una sensación de ahogo, contratiempos, accidentes, cosas en su casa que se rompían, sombras que aparecían en sus fotos y que habían visto en su casa ella y otras personas. Bajo hipnosis, no pudo ver nada más que oscuridad y después de un rato sintió que alguien intentaba ahogarla. Tuvimos que interrumpir y hacerlo mediante mi colaborador y nuestro guía. El demonio se llamaba Élise y vivió en Francia, en el siglo X después de Cristo. Mi clienta era entonces hombre y eran amantes. Élise era bruja y había matado a varias personas que consideraba malas. Se cansó de su amante y lo dejó. Éste quiso vengarse y la delató a las autoridades. La ahorcaron bajo la acusación de brujería. Juró vengarse y persiguió al amante en sus futuras encarnaciones. Pedí a Basilikí que pidiera perdón a Élise. Lo hizo y el demonio se transformó, pudo ver su luz interna, y se fue a la Luz. Ya al día anterior Basilikí me escribió diciéndome que estaba mucho mejor. Después de una semana me escribió que su vida era por fin normal.

 

Daniel, 27, tuvo una vida en el siglo XIX como Erik, un noruego muy mujeriego que conoció a María, una sueca, en Gotemburgo. María estaba casada, pero eso no fue un obstáculo para que los dos jóvenes se enamoraran. Como suele pasar, el marido, Ralf, los descubrió y la pareja huyó al extranjero. Sin embargo, no tardaron en oír que Ralf había enviado a unos hombres para que mataran al amante. Impulsivo como era Erik, volvió a Suecia y lo mató primero. Ralf juró venganza y encontró a Erik en su nueva encarnación. Daniel no había tenido problemas serios hasta conocer a Tai, una chica filipinesa, y enamorarse de ella. Tai le correspondió y entonces fue cuando empezó a ser bombardeado con voces que le ordenaban pegarla y matarla. Después de un año tuvo que ingresar en una clínica de enfermedades psíquicas. Mientras estaba allí, gracias a su ordenador, nos encontró y tuvimos la sesión de liberación espiritual. Tai es la reencarnación de María y Ralf no lo pudo aguantar. Tras un largo diálogo con él pude convencerlo de que ya había castigado bastante a Daniel y que era tiempo de irse al cielo. El sufrimiento de Daniel no acabó allí, ya que Ralf había llamado a unos vampiros extraterrestres que habían puesto implantes en el cuerpo de Daniel. Esos implantes servían de emisores que le retransmitían las mismas órdenes. Su terapia, es decir aislarlo de los extraterrestres y sacar los implantes, duró meses.

 

Yo tuve una vida en Noruega, en el siglo XIII. Seduje a mi propio hijo, mezclando el amor materno y el de una amante. Nos enamoramos y nuestra relación se consumió cuando él tenía 18 años. Mi marido se dio cuenta y nos amenazó. Entonces mi hijo y amante se le adelantó y lo asesinó. Gozamos de nuestro amor durante unos años, pero él se enamoró del cura. El cura le correspondió. Para que nuestro entorno no descubriera estas relaciones clandestinas y para no perder a mi amante, me casé con el cura. Desafortunadamente, mi amante se cansó de mí y ya no me aguantaba. Así que me mató. El cura lo abandonó y se fue a vivir solo. Mi amante acabó suicidándose. Las almas de mi marido y de mi amante, perdidas en sentimientos negativos, se quedaron en el bajo terreno astral, convirtiéndose con el tiempo en demonios. Esos demonios se apegaron a las encarnaciones de esta vida. Mi amante de entonces se hizo otra vez mi amante, mientras que su demonio lo guardó deprimido y perdido toda la vida. Mi marido de antes nació como su hermano y su demonio nos separó. El alma del cura ha venido a ayudarme en mi trabajo mediante nuestro guía y se ha encargado de enviar a la Luz al alma de su antiguo amante. Así que se desarrolló una versión del complejo de Edipo, pero sin remordimientos de nuestra parte. Mi guía dijo que mi seducción no formaba parte de la misión de nuestras almas, ni hizo de mi hijo gay, sólo complicó las cosas. La misión era que mi hijo y el cura se enfrentaran a su homosexualidad sin dejar que su entorno les metiera sentimientos de vergüenza o de odio por su naturaleza. Mi misión era simplemente aceptar a un hijo gay. Pero mi alma no se pudo limitar a algo tan sencillo, al igual que en muchas otras vidas.

 

De estas historias queda claro que el tomar venganza no resuelve nada, sólo complica las cosas, perpetuando un ciclo de sufrimiento y odio, tanto para el que odia y se venga, como para la persona odiada.

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