Oficialmente, la llamada Santa Inquisición fue introducida para acabar con el creciente auge de la brujería. Los brujos de la Edad Media habían descubierto otra vez los secretos de la creación de seres biológicos demoniacos (homúnculos) y varios otros secretos ocultos y eso representaba un gran peligro para el futuro de la tierra. La Inquisición duró unos siete siglos, desde el siglo XII hasta el siglo XIX. Sin embargo, aunque sí frenó el aumento de prácticas satánicas, fue la causa de miles de torturas y ejecuciones de personas inocentes, acusadas de herejía, brujería o pactos con el diablo, con pruebas mínimas o inexistentes. Gran parte de las verdaderas brujas maléficas se escabulló, aunque eso tampoco significa que las ejecuciones de verdaderos brujos malos fueran el método correcto para acabar con su práctica. Un “brujo” llegó a ser incluso alguien que tenía sexo con animales o un homosexual, un vidente, un curandero, un culto, en fin, cualquier persona que no cupiera dentro de la norma impuesta por la iglesia. Lo que en realidad pasó, fue que la iglesia católica realizara un acuerdo con una organización extraterrestre llamada “Inquisición” que existe todavía y sigue con las mismas prácticas, es decir el chantaje, la tortura y el control mental.
Stavros, 46, sufría de dolores en la espalda y de depresión y su vida era sosa. Aunque había estado durante años en una escuela de meditación con una gurú, optó por un canalizamiento con nosotros. Nuestro guía vio una vida suya en Perú, en el siglo XVI. Se llamaba Felipe y era inquisidor y misionero. Su tarea era convertir al mayor número posible de incas al cristianismo. De no aceptar ellos la nueva religión, mandaba arrojarlos en un zulo lleno de cocodrilos. Él estaba de pie por encima del zulo y los miraba mientras los feroces animales los despedazaban. La sangre le salpicaba la túnica azul, pero él como si nada. Tenía una sirvienta que había traído desde España. Después de muchos asesinatos, llegó un momento en que ella no aguantó más las matanzas y fue a los indígenas a pedirles que lo pararan. Ellos le hicieron magia negra que acabó con su vida en un incendio en su casa. La sirvienta regresó más tarde a su país y siguió su vida. Sin embargo, cuando murió se convirtió en demonio, ya que la brujería había sido ordenada por ella. Desde entonces estuvo persiguiendo a Stavros en todas sus vidas siguientes, 15 en total, torturándolo. Así fue también en esta vida. La convencí de que ya era hora para que esa misión llegara a un fin y que se fuera a la luz. Aceptó, ordenó que la brujería se disolviera y así Stavros se liberó. Los dolores físicos y la depresión habían sido causados por ella. Lo más curioso es que la reencarnación luminosa de esa mujer, es decir otro pedazo de su yo superior, es la esposa de Stavros. Su misión era hacer de su marido un hombre mejor. Están casados por costumbre y nuestro guía le dijo a Spiros que mejor dejarla libre, ya que éste no pudo decir que la amara. Al escribir estas líneas, está totalmente cambiado y su vida por fin tiene sentido.
Una historia parecida fue la de Jocelyn, 51, que sufría de depresión y de una inmovilización total en su vida. Ella tenía una entidad de una vida en México, a donde se fue como cura español en el siglo XV. Mandó matar a cientos de indígenas hasta que 12 de ellos invocaron a una entidad descarnada para que los ayudara. Esa entidad era extraterrestre y poseyó al cura que se puso a matarlos a todos, incluso a los que aceptaban el cristianismo. Esta vez la magia se les tornó en contra. Al morir el cura su alma se quedó en la oscuridad hasta ahora que se fue a la Luz. El extraterrestre se había llevado el 92% del alma de Jocelyn y la había llenado de implantes, pero ella no quiso seguir con la terapia.
Sophie, 33, tenía 5 demonios que despejamos canalizando a nuestro guía. Había tenido muchos problemas de salud y estaban intentando hacerla psicótica. Uno de los demonios era un chico de 19 años que ella había asesinado siendo Daniel, un cura en Polonia, en el siglo XVIII. Daniel decidió irse a Dinamarca para imponer la orden, como la entendía él. Uno de los chicos que llamó su atención fue el chico en cuestión, que tenía una estantería llena de libros metafísicos. Sus intenciones eran buenas y su motivación era aprender. Eso en sí consistía un pecado, ya que los conocimientos sobre otra cosa que la biblia eran considerados como peligrosos. Además, el chico cometía la indiscreción de propagar oralmente sus conocimientos, lo cual atrajo a Daniel. Éste primero mandó sacarle los ojos como castigo por haber leído cosas prohibidas y más tarde cortarle la cabeza. Como era de esperar, el pobre muchacho, al sufrir tanto dolor y alteración, se convirtió en demonio, con el acuerdo de venganza que hizo y atormentó a Daniel en aquella y todas sus vidas futuras. Me costó muchísimo comunicarme con él, ya que con la cabeza cortada había perdido la facultad de hablar. Eso sí, pudo escribir algunas palabras, suficientes como para que yo entendiera la historia adivinando cosas y haciéndole preguntas que requerían un sí o un no. Estaba tan alterado que confundía su propio cuerpo etérico con el de Sophie. Pero a medida de que se daba cuenta de lo que había pasado y de su situación, recuperaba la habilidad de hablar. Al calmarse recuperó su cabeza y se fue tranquilamente a la Luz, dejando finalmente a Sophie en paz.
Marco vino a vernos para que libráramos a su vecina Juana de 22 años, que estaba tan poseída que estaba encerrada en casa, gritaba, amenazaba a su abuela con una navaja con matarla y tenía síntomas de esquizofrenia. Su físico estaba afectado también. Tenía un aspecto artificial, parecía estar hecha de cera. No había nada entre ellos salvo un deseo puro de su parte de salvarla. Nuestro guía aceptó ayudarlo con el primer demonio de la chica, con el que Juana había hecho un acuerdo mientras estaba en el vientre de su madre. Tuvo miedo de la difícil vida que la esperaba y pidió refuerzos, sin darse cuenta que lo que vino, atraído por su miedo, era un demonio. Ese ente estaba tan asimilado en ella que necesitamos dos sesiones para mandarlo a la Luz. El demonio resultó ser Stella, una muchacha italiana de una vida pasada. Marco había estado también en esa vida. Se llamaba Valdemar, un chico danés que nació en Noruega. Sus padres se marcharon de allí por ser perseguidos, ya que el padre era católico, aunque un católico progresista. La familia huyó a Dinamarca y luego a los Países Bajos, en los que el padre fue detenido y encarcelado y luego llevado a la cárcel de Versalles. Allí fue mandado a la guillotina por la Inquisición, por ser hereje. La madre y el hijo se escaparon de la muchedumbre que los perseguía y llegaron a Aragón. Se quedaron a vivir y trabajar en la hacienda de una familia, cuya hija era Stella. La madre de Valdemar no aprendió nunca castellano, pero el niño sí. A los 17 años, Valdemar tradujo para Stella y sus padres la historia que su madre quiso contarles. Lo que desconocían era que el tío de Stella era inquisidor. Stella había crecido con la idea de que todo que no fuera catolicismo estricto era demoniaco. Le faltaba encontrar un pretexto para acusar a los herejes. Dijo a su tío que Valdemar la había violado. La madre y Valdemar fueron quemados por la Inquisición como brujos. El demonio con el que Juana había hecho el trato fue entonces su propia alma de la vida en España. Al mandar ejecutar a dos inocentes había hecho su propio trato con un demonio. Nuestro guía dijo que Juana tenía a 8 demonios más y que Marco no podía salvarla, ya que no era su tarea. Lo ayudó con el primer demonio porque había sido su víctima y era bueno para su karma, pero hasta allí. Juana sí que tuvo un par de semanas en las que mostró mejorar, pero después volvió a actuar igual que antes, bajo el impacto de los otros demonios.
Jessica, 20, era epiléptica, tenía alucinaciones y oía voces. No había podido terminar el instituto y no trabajaba. Tuvo una vida pasada en Edinburgo en el siglo XIII como Mary, la hija de una familia noble. Tenía una hermana menor, Catherine. Los padres decidieron casar a la mayor primero para preservar el estatus de la familia. Escogieron al novio y se lo anunciaron. Mary no quería casarse y se puso muy deprimida, llorando. A Catherine le gustaba el novio y tuvo celos. Se fue al cura y le dijo que Mary estaba poseída por Satán. Acudieron unos inquisidores y Mary lo negó, gritando que no estaba poseída. Eso confirmó las dudas de los curas y le hicieron un exorcismo. Como no vieron mejoría, la condenaron a muerte como bruja. El verdugo le lanzó una flecha al tercer ojo. En una colina enfrente estaba Catherine mirando. Antes de morir, Mary la maldijo a no poder nunca dar ni un solo paso sin ella. Catherine tropezó en una piedra, se cayó y murió también. Después de eso su alma quedó presa de la maldición y poseyó a Mary en todas sus vidas siguientes, incluso ésta. Jessica le pidió perdón en el canalizamiento y su hermana se fue a la Luz. Sus síntomas se aliviaron, pero como el daño físico era muy profundo, no desaparecieron. Con una alimentación más adecuada, se puso aun mejor y ahora puede planear una vida más productiva.
Gabriel, 35, estaba también inmovilizado en su vida, sufría depresión y tenía muchos problemas de salud. En el canalizamiento fuimos a una vida pasada en Dinamarca, en 1622. Se llamaba Artur. Sus padres fueron ejecutados como brujos y creció en un orfelinato. Los demás niños eran malos con él. Todos salvo uno, Eduard. Los dos niños se enamoraron y su relación se hizo también física. Artur se sintió culpable y se fue a confesar. El cura decidió mandarle al extranjero, a EEUU. Se marchó después de 6 meses. Los dos niños estaban desconsolados. Artur hizo de misionero en el nuevo mundo y la gente lo amaba. Sin embargo, después de unos meses llegaron las noticias de su patria. Eduard se había ahorcado. Eso destrozó a Artur. Ya no podía trabajar y la gente notó que no estaba bien. Lloraba sin parar hasta que se volvió loco. Fue detenido y torturado de la manera más cruel que uno se pudiera imaginar, sobre todo después de que los curas se enteraran de su relación homosexual. Su meta era sacar el demonio que creían que lo estaba poseyendo y causando su amor por el otro chico. Lo castraron y empalaron hasta que sus órganos internos cayeran fuera, partieron su cuerpo en trozos y lo quemaron. Sólo al quemarse murió. Esa tortura había sido elegida por el alma de Artur antes de nacer como sacrificio para alcanzar un objetivo espiritual que no nos fue revelado por el guía. Por supuesto, ahora que he ganado un conocimiento mucho más Estoy seguro de que era para detener la acción de la Inquisición (y la acción de una vida paralela como Inquisidor). Claro que ahora que tengo más conocimientos sospecho que fue para detener a la Inquisición (y la actividad de una vida paralela como Inquisidor). El demonio que le atormentaba en esta vida era su viejo yo Artur, envuelto en la sombra que se había formado con tanto sufrimiento. Artur y Eduard se fueron a la Luz, pero Gabriel no quiso seguir con el tratamiento. Su sombra no lo dejó.
Mi colaborador Xanti tuvo dos vidas en la España del siglo XVIII. En su primera vida, se llamaba Fernando, nació en Asturias y se fue desde niño a un monasterio. Allí fue seducido por otro niño, Yago, al que enseñaba castellano, latín y griego. Los dos jóvenes se hicieron amantes, aunque Fernando era muy conservador y pensaba que eso era un pecado. Más tarde se fue del convento y se incorporó a la iglesia y después a la inquisición. Las persecuciones habían empezado y las malas lenguas llegaron a los oídos de los demás miembros. Para proteger su fama y la vida de su compañero, lo mandó a Granada, a casa de un conocido. Al mismo tiempo, usó el cuerpo de un hombre muerto para demostrar a los clérigos que había matado a Yago. Fue a Granada a verlo una última vez y luego lo envió a los Países Bajos, que en aquella época pertenecía a España. Yago se quedó allí, pero tenía noticias de su amor. Fernando escaló el rango eclesiástico y tuvo que irse a América. Se quedó allí durante años. Yago lo echaba de menos, pero esperaba que volviera. Por desgracia, en vez de eso oyó que había sido matado por los indígenas. Loco de desesperación, volvió al convento asturiano, se subió al campanario y se arrojó. Sin embargo, Fernando no había muerto. La noticia de su muerte había sido un bulo de otro monje de aquel convento, no porque sospechara algo de la relación homosexual, sino para jugarle una jugarreta, creyendo que Yago admiraba a Fernando. Fernando regresó a Asturias, se fue al monasterio y se enteró de la tragedia. El alma de Yago estaba todavía allí y ya os imagináis qué choque le dio ver que su amante estaba vivo. El dolor terminó con su carrera. Sus superiores notaron que ya no era el mismo y le mandaron a descansar al monasterio de su infancia. Pasó el resto de su vida estudiando mientras el espíritu de Yago le guardaba compañía. Esta historia me la contó uno de los 20 demonios que habían mandado a mi novio para separarnos. ¿Qué tenía ese demonio que ver con Fernando y Yago? Pues ese demonio era Yago. Os preguntaréis por qué se hizo demonio. Es que la historia no terminó allí. Yo estaba también allí y le di los últimos toques. Me llamaba Isabel y era mexicana, de la tribu ixcateca. Vivía en un pueblo indígena y mi familia era paupérrima y analfabeta. Estaba harta de que mis padres rezaran a los ángeles para tener de comer y que nada cambiara. Entonces, a los diez años, pedí la ayuda de los demonios. Vino uno y me ayudó a hacerme rica y culta. Bajo la influencia del demonio, empecé a matar gente rica para robarla y poder viajar a España. El demonio me puso en contacto con un extraterrestre que podía extraer los conocimientos del cerebro de la gente y metérmelos en el mío. Me puse a matar a más y más personas, extrayéndoles los conocimientos. Allí encontré a Fernando, que sabía ya 22 idiomas. Los había aprendido con el estudio y la ayuda de los ángeles. Le corté la cabeza e hice míos esos idiomas. Luego viajé por toda Europa matando y robando conocimientos. Maté a 875 personas hasta que me pillaron y ejecutaron. Yago hizo un acuerdo para vengarse del asesinato de su amado. Desde entonces se juntó a muchos otros demonios míos que me destrozaron varias vidas y llegaron a mi novio. Salvé a Yago, los ángeles lo limpiaron y se quedó con Xanti un rato. Se convirtió en un valioso ayudante y después se fue a la Luz. En cuanto a Isabel, también se convirtió en un demonio, pero la limpiamos también, se fue a la Luz y ahora está encarnada en Finlandia, donde trata de reparar el daño. El extraterrestre que me llevaba a los asesinatos era el paralelo de Fernando, que había hecho un acuerdo y se había ido a otro planeta.
En la segunda vida mi colaborador se llamaba Santiago, era un militar rico y otra vez gay. Leía libros sobre magia y ocultismo, pero igual que el chico danés, para tener conocimientos y poder ayudar a la gente. Fue aprendiz en casa de un brujo que tenía un interés sexual por él, pero sin ser correspondido. Tras un desacuerdo, Santiago se marchó y el brujo lo delató a la inquisición. Los curas se fueron a por él y lo encontraron cerca del mar. Todos lo estaban aconsejando que se fuera lejos, pero él quiso ser un mártir. Se dejó capturar por los inquisidores que lo entregaron a la marina. Los militares le metieron un espada en la espalda y lo arrojaron al mar. Su sacrificio tuvo un impacto muy grande y contribuyó a que aquella institución diabólica perdiera su prestigio. Tuvo que hacer ese sacrificio porque el extraterrestre paralelo era miembro de la Inquisición y la había traído a la tierra.
Yo tuve tres vidas como exorcista y en todas fui capturada por la Inquisición y enviada a la hoguera. La primera era fue en Dresde, en 1645. Mi hermano y yo estudiamos libros esotéricos y los usamos para el bien, con la ayuda de los ángeles. Rompíamos brujería, curábamos enfermedades con hierbas y sacábamos demonios. Me casé con un cliente y mi hermano con la hermana de ese cliente. Algunos clientes rojos nos denunciaron y nos enviaron a las autoridades. La Inquisición nos encontró culpables de brujería y nos envió a los 4 a la hoguera. Mi marido era mi novio de esta vida y mi hermano de entonces ha sido ahora mi gato Sossi.
La segunda vida fue en Amberes en 1647. Allí estudié con mi hermana libros esotéricos, conseguimos la información que necesitábamos y empezamos a hacer el mismo trabajo que hice en Dresde. También nos hicimos pareja. Al llegar a nuestra casa, los inquisidores no encontraron nada malo, sólo oraciones, pero como no nos habíamos casado con hombres nos examinaron para ver si éramos vírgenes. No lo éramos y no creyeron que nuestro himen se hubiera roto accidentalmente. Y nos condenaron a muerte como brujas.
La tercera vida como exorcista-terapeuta fue en Düsseldorf en 1649. Allí hice ese trabajo con mi marido, pero tuvimos el mismo final. Estas 3 muertes fueron sacrificios para detener los asesinatos de mi paralela mexicana y la Inquisición. También me dieron el derecho de hacer esta labor ahora, sin correr el riesgo de ser condenada a muerte con falsas acusaciones –algo que sí estuvo a punto de pasar.
Tuve también una vida en Hamburgo en 1527, en la que me engañó una roja trabajamos juntas como brujas. Rompíamos brujería, pero sustituyendo a los demonios de los clientes con otros demonios, sin darnos cuenta. Cuando unos clientes nos amenazaron con denunciarnos a las autoridades, los matamos con magia negra y luego escapamos a Rotterdam, donde continuamos nuestro trabajo. Sin embargo, no escapamos de nuestro demonio, ya que una bruja local nos envió una enfermedad de la que morimos. Así eliminó la competición.
Mi siguiente colaborador Nils tuvo dos vidas pasadas en Granada en los siglos XIV y XVI como inquisidor. Él también salvaba a los inocentes que otros inquisidores (obviamente poseídos) intentaban mandar a la hoguera. Al sacar los demonios de un médium que me perseguía encontré dos de las vidas de Nils, Juan María y Nacho Ignacio. Ambos habían sido inquisidores en las vidas de Nils en Granada y condenaban a los inocentes, impulsados por su afán de megalomanía y ambición –que les habían convertido en órganos de los demonios. Un tercer demonio que mandé a la luz fue Jan, un chico danés que Nils había salvado en Granada, pero que se convirtió en demonio tras matarlo yo en una vida siguiente. Al querer ayudar a los demás nos ayudamos a menudo a nosotros mismos, limpiando nuestro karma.
Un inquisidor parecido a Juan María y Nacho Ignacio fue Niki, 64, en su vida pasada en España, en 1402, como Jesús. El momento decisivo de su carrera fue cuando señaló como siguiente víctima a un niño que había robado comida. La madre del niño lo maldijo. Como consecuencia, los hijos del inquisidor murieron después de unos años. En su vida actual, el alma del niño se había apegado a ella, causándole una profunda depresión. Además, su hijo hizo un acuerdo con un demonio para tener fuerza y poder mientras ella estaba embarazada con él. El alma del hijo tenía un karma muy pesado y tuvo miedo de la vida que le esperaba. A los 2 años, el hijo casi la mata, arrojando sobre ella un armario. A los 30 años, mató con una pistola a una cuñada, madre de dos niños, que vivía en el mismo edificio porque se quejaba del ruido que él hacía. Eso simbolizó la unión total entre él y el demonio. Cuando Niki vino a donde nosotros, él llevaba dos años en la cárcel. Negaba haber cometido el crimen. El guía dijo que no podíamos ayudarlo, pues el contrato era sólido y el chico ya no poseía la capacidad de desear otra cosa que pertenecer al demonio. Niki había perdido un 90% de su alma que nuestros guías recogieron y limpiaron, pero ella no vino nunca a recuperarlo. El asesinato que cometió su hijo la había transformado en un ser apático e indiferente.
Ilías, 54, fue inquisidor en Sevilla, en 1542. Nació en Inglaterra y de niño, su padre se fue a pescar con otros pescadores cerca de la costa francesa. Eso era ilegal y cuando los franceses los descubrieron, se fueron precipitadamente. En su prisa, se olvidaron del niño, que fue tomado preso y llevado a la plaza mayor para ser castigado. Acudió el cura de la aldea y dijo que la mejor venganza sería criarlo como francés y católico. En aquellos tiempos existía una gran hostilidad entre ingleses y franceses. El cura enseñó al niño francés, español y latín y poco a poco nació un gran amor entre ellos. A los 22 años se le hizo saber al joven que tenía que irse a Sevilla. A los dos enamorados se les quebró el corazón. Hicieron el amor por primera vez y, al día siguiente, el joven se fue. En Sevilla estuvo en la base de la Inquisición. Quiso llegar a la cumbre y, para hacerlo, no era suficiente acabar con las “brujas”, sino también con los demás inquisidores, a los que envenenaba. Quedaba un oponente. Lo siguió y descubrió que era un monstruo sadista. Colgaba a los niños, los torturaba, les metía objetos en el ano, los violaba y bebía sus fluidos corporales. El joven se fue a buscar al consejo que acudió y lo pilló en delito flagranti. El inquisidor perverso fue condenado a la hoguera y el joven llegó a la cumbre de su carrera. A los 29 años había matado a cientos de personas en toda España, Italia y el sur de Francia. Entonces se fue al norte de Francia, al monasterio de su infancia. Su amante no quiso verlo, enterado de sus actos. Éste lo buscó y el cura se arrodilló a sus pies. El joven le ordenó que se levantara, pero él no lo hizo. Lo amenazó y el cura se levantó diciendo que no podía mirar a los ojos al monstruo que él había fabricado. Salió gritando, fingiendo que Satanás había entrado dentro de él. El inquisidor lo condenó a la hoguera. Al verlo quemarse, despertó en él su viejo amor y se arrojó a la hoguera abrazándolo. En esta vida Ilías tenía también ese afán de llegar a la cumbre a cualquier precio, y lo consiguió, pero al final su demonio se vengó de él y lo empujó a la quiebra. A raíz de ello se puso en el camino espiritual y tengo que reconocer que hizo un trabajo excelente.
La inquisición, como muchas otras instituciones de este planeta, fue una creación más de las fuerzas de la oscuridad con apariencia de servir y proteger a la humanidad, aunque con una particularidad: se imponía en el nombre de Dios. En cambio, perpetuó la violencia y la injusticia y, por eso mismo, gran parte de los verdaderos brujos malignos logró escapar de sus uñas. Las fuerzas oscuras pusieron así los fundamentos de nuestra moderna sociedad occidental en la que no se cree en nada que tenga que ver con ellas, pudiendo así actuar solapadamente. Además, se demonizó a la religión cristiana, resultando en la falta de fe en cualquier cosa relacionada con ella. Aunque esta religión está alterada y falsificada, constituye una base de la verdad divina. Sin fe en la existencia del mal y en Dios, no se sabe proteger, se queda expuesto a grandes peligros y se pierde fácilmente el alma.
Stavros, 46, sufría de dolores en la espalda y de depresión y su vida era sosa. Aunque había estado durante años en una escuela de meditación con una gurú, optó por un canalizamiento con nosotros. Nuestro guía vio una vida suya en Perú, en el siglo XVI. Se llamaba Felipe y era inquisidor y misionero. Su tarea era convertir al mayor número posible de incas al cristianismo. De no aceptar ellos la nueva religión, mandaba arrojarlos en un zulo lleno de cocodrilos. Él estaba de pie por encima del zulo y los miraba mientras los feroces animales los despedazaban. La sangre le salpicaba la túnica azul, pero él como si nada. Tenía una sirvienta que había traído desde España. Después de muchos asesinatos, llegó un momento en que ella no aguantó más las matanzas y fue a los indígenas a pedirles que lo pararan. Ellos le hicieron magia negra que acabó con su vida en un incendio en su casa. La sirvienta regresó más tarde a su país y siguió su vida. Sin embargo, cuando murió se convirtió en demonio, ya que la brujería había sido ordenada por ella. Desde entonces estuvo persiguiendo a Stavros en todas sus vidas siguientes, 15 en total, torturándolo. Así fue también en esta vida. La convencí de que ya era hora para que esa misión llegara a un fin y que se fuera a la luz. Aceptó, ordenó que la brujería se disolviera y así Stavros se liberó. Los dolores físicos y la depresión habían sido causados por ella. Lo más curioso es que la reencarnación luminosa de esa mujer, es decir otro pedazo de su yo superior, es la esposa de Stavros. Su misión era hacer de su marido un hombre mejor. Están casados por costumbre y nuestro guía le dijo a Spiros que mejor dejarla libre, ya que éste no pudo decir que la amara. Al escribir estas líneas, está totalmente cambiado y su vida por fin tiene sentido.
Una historia parecida fue la de Jocelyn, 51, que sufría de depresión y de una inmovilización total en su vida. Ella tenía una entidad de una vida en México, a donde se fue como cura español en el siglo XV. Mandó matar a cientos de indígenas hasta que 12 de ellos invocaron a una entidad descarnada para que los ayudara. Esa entidad era extraterrestre y poseyó al cura que se puso a matarlos a todos, incluso a los que aceptaban el cristianismo. Esta vez la magia se les tornó en contra. Al morir el cura su alma se quedó en la oscuridad hasta ahora que se fue a la Luz. El extraterrestre se había llevado el 92% del alma de Jocelyn y la había llenado de implantes, pero ella no quiso seguir con la terapia.
Sophie, 33, tenía 5 demonios que despejamos canalizando a nuestro guía. Había tenido muchos problemas de salud y estaban intentando hacerla psicótica. Uno de los demonios era un chico de 19 años que ella había asesinado siendo Daniel, un cura en Polonia, en el siglo XVIII. Daniel decidió irse a Dinamarca para imponer la orden, como la entendía él. Uno de los chicos que llamó su atención fue el chico en cuestión, que tenía una estantería llena de libros metafísicos. Sus intenciones eran buenas y su motivación era aprender. Eso en sí consistía un pecado, ya que los conocimientos sobre otra cosa que la biblia eran considerados como peligrosos. Además, el chico cometía la indiscreción de propagar oralmente sus conocimientos, lo cual atrajo a Daniel. Éste primero mandó sacarle los ojos como castigo por haber leído cosas prohibidas y más tarde cortarle la cabeza. Como era de esperar, el pobre muchacho, al sufrir tanto dolor y alteración, se convirtió en demonio, con el acuerdo de venganza que hizo y atormentó a Daniel en aquella y todas sus vidas futuras. Me costó muchísimo comunicarme con él, ya que con la cabeza cortada había perdido la facultad de hablar. Eso sí, pudo escribir algunas palabras, suficientes como para que yo entendiera la historia adivinando cosas y haciéndole preguntas que requerían un sí o un no. Estaba tan alterado que confundía su propio cuerpo etérico con el de Sophie. Pero a medida de que se daba cuenta de lo que había pasado y de su situación, recuperaba la habilidad de hablar. Al calmarse recuperó su cabeza y se fue tranquilamente a la Luz, dejando finalmente a Sophie en paz.
Marco vino a vernos para que libráramos a su vecina Juana de 22 años, que estaba tan poseída que estaba encerrada en casa, gritaba, amenazaba a su abuela con una navaja con matarla y tenía síntomas de esquizofrenia. Su físico estaba afectado también. Tenía un aspecto artificial, parecía estar hecha de cera. No había nada entre ellos salvo un deseo puro de su parte de salvarla. Nuestro guía aceptó ayudarlo con el primer demonio de la chica, con el que Juana había hecho un acuerdo mientras estaba en el vientre de su madre. Tuvo miedo de la difícil vida que la esperaba y pidió refuerzos, sin darse cuenta que lo que vino, atraído por su miedo, era un demonio. Ese ente estaba tan asimilado en ella que necesitamos dos sesiones para mandarlo a la Luz. El demonio resultó ser Stella, una muchacha italiana de una vida pasada. Marco había estado también en esa vida. Se llamaba Valdemar, un chico danés que nació en Noruega. Sus padres se marcharon de allí por ser perseguidos, ya que el padre era católico, aunque un católico progresista. La familia huyó a Dinamarca y luego a los Países Bajos, en los que el padre fue detenido y encarcelado y luego llevado a la cárcel de Versalles. Allí fue mandado a la guillotina por la Inquisición, por ser hereje. La madre y el hijo se escaparon de la muchedumbre que los perseguía y llegaron a Aragón. Se quedaron a vivir y trabajar en la hacienda de una familia, cuya hija era Stella. La madre de Valdemar no aprendió nunca castellano, pero el niño sí. A los 17 años, Valdemar tradujo para Stella y sus padres la historia que su madre quiso contarles. Lo que desconocían era que el tío de Stella era inquisidor. Stella había crecido con la idea de que todo que no fuera catolicismo estricto era demoniaco. Le faltaba encontrar un pretexto para acusar a los herejes. Dijo a su tío que Valdemar la había violado. La madre y Valdemar fueron quemados por la Inquisición como brujos. El demonio con el que Juana había hecho el trato fue entonces su propia alma de la vida en España. Al mandar ejecutar a dos inocentes había hecho su propio trato con un demonio. Nuestro guía dijo que Juana tenía a 8 demonios más y que Marco no podía salvarla, ya que no era su tarea. Lo ayudó con el primer demonio porque había sido su víctima y era bueno para su karma, pero hasta allí. Juana sí que tuvo un par de semanas en las que mostró mejorar, pero después volvió a actuar igual que antes, bajo el impacto de los otros demonios.
Jessica, 20, era epiléptica, tenía alucinaciones y oía voces. No había podido terminar el instituto y no trabajaba. Tuvo una vida pasada en Edinburgo en el siglo XIII como Mary, la hija de una familia noble. Tenía una hermana menor, Catherine. Los padres decidieron casar a la mayor primero para preservar el estatus de la familia. Escogieron al novio y se lo anunciaron. Mary no quería casarse y se puso muy deprimida, llorando. A Catherine le gustaba el novio y tuvo celos. Se fue al cura y le dijo que Mary estaba poseída por Satán. Acudieron unos inquisidores y Mary lo negó, gritando que no estaba poseída. Eso confirmó las dudas de los curas y le hicieron un exorcismo. Como no vieron mejoría, la condenaron a muerte como bruja. El verdugo le lanzó una flecha al tercer ojo. En una colina enfrente estaba Catherine mirando. Antes de morir, Mary la maldijo a no poder nunca dar ni un solo paso sin ella. Catherine tropezó en una piedra, se cayó y murió también. Después de eso su alma quedó presa de la maldición y poseyó a Mary en todas sus vidas siguientes, incluso ésta. Jessica le pidió perdón en el canalizamiento y su hermana se fue a la Luz. Sus síntomas se aliviaron, pero como el daño físico era muy profundo, no desaparecieron. Con una alimentación más adecuada, se puso aun mejor y ahora puede planear una vida más productiva.
Gabriel, 35, estaba también inmovilizado en su vida, sufría depresión y tenía muchos problemas de salud. En el canalizamiento fuimos a una vida pasada en Dinamarca, en 1622. Se llamaba Artur. Sus padres fueron ejecutados como brujos y creció en un orfelinato. Los demás niños eran malos con él. Todos salvo uno, Eduard. Los dos niños se enamoraron y su relación se hizo también física. Artur se sintió culpable y se fue a confesar. El cura decidió mandarle al extranjero, a EEUU. Se marchó después de 6 meses. Los dos niños estaban desconsolados. Artur hizo de misionero en el nuevo mundo y la gente lo amaba. Sin embargo, después de unos meses llegaron las noticias de su patria. Eduard se había ahorcado. Eso destrozó a Artur. Ya no podía trabajar y la gente notó que no estaba bien. Lloraba sin parar hasta que se volvió loco. Fue detenido y torturado de la manera más cruel que uno se pudiera imaginar, sobre todo después de que los curas se enteraran de su relación homosexual. Su meta era sacar el demonio que creían que lo estaba poseyendo y causando su amor por el otro chico. Lo castraron y empalaron hasta que sus órganos internos cayeran fuera, partieron su cuerpo en trozos y lo quemaron. Sólo al quemarse murió. Esa tortura había sido elegida por el alma de Artur antes de nacer como sacrificio para alcanzar un objetivo espiritual que no nos fue revelado por el guía. Por supuesto, ahora que he ganado un conocimiento mucho más Estoy seguro de que era para detener la acción de la Inquisición (y la acción de una vida paralela como Inquisidor). Claro que ahora que tengo más conocimientos sospecho que fue para detener a la Inquisición (y la actividad de una vida paralela como Inquisidor). El demonio que le atormentaba en esta vida era su viejo yo Artur, envuelto en la sombra que se había formado con tanto sufrimiento. Artur y Eduard se fueron a la Luz, pero Gabriel no quiso seguir con el tratamiento. Su sombra no lo dejó.
Mi colaborador Xanti tuvo dos vidas en la España del siglo XVIII. En su primera vida, se llamaba Fernando, nació en Asturias y se fue desde niño a un monasterio. Allí fue seducido por otro niño, Yago, al que enseñaba castellano, latín y griego. Los dos jóvenes se hicieron amantes, aunque Fernando era muy conservador y pensaba que eso era un pecado. Más tarde se fue del convento y se incorporó a la iglesia y después a la inquisición. Las persecuciones habían empezado y las malas lenguas llegaron a los oídos de los demás miembros. Para proteger su fama y la vida de su compañero, lo mandó a Granada, a casa de un conocido. Al mismo tiempo, usó el cuerpo de un hombre muerto para demostrar a los clérigos que había matado a Yago. Fue a Granada a verlo una última vez y luego lo envió a los Países Bajos, que en aquella época pertenecía a España. Yago se quedó allí, pero tenía noticias de su amor. Fernando escaló el rango eclesiástico y tuvo que irse a América. Se quedó allí durante años. Yago lo echaba de menos, pero esperaba que volviera. Por desgracia, en vez de eso oyó que había sido matado por los indígenas. Loco de desesperación, volvió al convento asturiano, se subió al campanario y se arrojó. Sin embargo, Fernando no había muerto. La noticia de su muerte había sido un bulo de otro monje de aquel convento, no porque sospechara algo de la relación homosexual, sino para jugarle una jugarreta, creyendo que Yago admiraba a Fernando. Fernando regresó a Asturias, se fue al monasterio y se enteró de la tragedia. El alma de Yago estaba todavía allí y ya os imagináis qué choque le dio ver que su amante estaba vivo. El dolor terminó con su carrera. Sus superiores notaron que ya no era el mismo y le mandaron a descansar al monasterio de su infancia. Pasó el resto de su vida estudiando mientras el espíritu de Yago le guardaba compañía. Esta historia me la contó uno de los 20 demonios que habían mandado a mi novio para separarnos. ¿Qué tenía ese demonio que ver con Fernando y Yago? Pues ese demonio era Yago. Os preguntaréis por qué se hizo demonio. Es que la historia no terminó allí. Yo estaba también allí y le di los últimos toques. Me llamaba Isabel y era mexicana, de la tribu ixcateca. Vivía en un pueblo indígena y mi familia era paupérrima y analfabeta. Estaba harta de que mis padres rezaran a los ángeles para tener de comer y que nada cambiara. Entonces, a los diez años, pedí la ayuda de los demonios. Vino uno y me ayudó a hacerme rica y culta. Bajo la influencia del demonio, empecé a matar gente rica para robarla y poder viajar a España. El demonio me puso en contacto con un extraterrestre que podía extraer los conocimientos del cerebro de la gente y metérmelos en el mío. Me puse a matar a más y más personas, extrayéndoles los conocimientos. Allí encontré a Fernando, que sabía ya 22 idiomas. Los había aprendido con el estudio y la ayuda de los ángeles. Le corté la cabeza e hice míos esos idiomas. Luego viajé por toda Europa matando y robando conocimientos. Maté a 875 personas hasta que me pillaron y ejecutaron. Yago hizo un acuerdo para vengarse del asesinato de su amado. Desde entonces se juntó a muchos otros demonios míos que me destrozaron varias vidas y llegaron a mi novio. Salvé a Yago, los ángeles lo limpiaron y se quedó con Xanti un rato. Se convirtió en un valioso ayudante y después se fue a la Luz. En cuanto a Isabel, también se convirtió en un demonio, pero la limpiamos también, se fue a la Luz y ahora está encarnada en Finlandia, donde trata de reparar el daño. El extraterrestre que me llevaba a los asesinatos era el paralelo de Fernando, que había hecho un acuerdo y se había ido a otro planeta.
En la segunda vida mi colaborador se llamaba Santiago, era un militar rico y otra vez gay. Leía libros sobre magia y ocultismo, pero igual que el chico danés, para tener conocimientos y poder ayudar a la gente. Fue aprendiz en casa de un brujo que tenía un interés sexual por él, pero sin ser correspondido. Tras un desacuerdo, Santiago se marchó y el brujo lo delató a la inquisición. Los curas se fueron a por él y lo encontraron cerca del mar. Todos lo estaban aconsejando que se fuera lejos, pero él quiso ser un mártir. Se dejó capturar por los inquisidores que lo entregaron a la marina. Los militares le metieron un espada en la espalda y lo arrojaron al mar. Su sacrificio tuvo un impacto muy grande y contribuyó a que aquella institución diabólica perdiera su prestigio. Tuvo que hacer ese sacrificio porque el extraterrestre paralelo era miembro de la Inquisición y la había traído a la tierra.
Yo tuve tres vidas como exorcista y en todas fui capturada por la Inquisición y enviada a la hoguera. La primera era fue en Dresde, en 1645. Mi hermano y yo estudiamos libros esotéricos y los usamos para el bien, con la ayuda de los ángeles. Rompíamos brujería, curábamos enfermedades con hierbas y sacábamos demonios. Me casé con un cliente y mi hermano con la hermana de ese cliente. Algunos clientes rojos nos denunciaron y nos enviaron a las autoridades. La Inquisición nos encontró culpables de brujería y nos envió a los 4 a la hoguera. Mi marido era mi novio de esta vida y mi hermano de entonces ha sido ahora mi gato Sossi.
La segunda vida fue en Amberes en 1647. Allí estudié con mi hermana libros esotéricos, conseguimos la información que necesitábamos y empezamos a hacer el mismo trabajo que hice en Dresde. También nos hicimos pareja. Al llegar a nuestra casa, los inquisidores no encontraron nada malo, sólo oraciones, pero como no nos habíamos casado con hombres nos examinaron para ver si éramos vírgenes. No lo éramos y no creyeron que nuestro himen se hubiera roto accidentalmente. Y nos condenaron a muerte como brujas.
La tercera vida como exorcista-terapeuta fue en Düsseldorf en 1649. Allí hice ese trabajo con mi marido, pero tuvimos el mismo final. Estas 3 muertes fueron sacrificios para detener los asesinatos de mi paralela mexicana y la Inquisición. También me dieron el derecho de hacer esta labor ahora, sin correr el riesgo de ser condenada a muerte con falsas acusaciones –algo que sí estuvo a punto de pasar.
Tuve también una vida en Hamburgo en 1527, en la que me engañó una roja trabajamos juntas como brujas. Rompíamos brujería, pero sustituyendo a los demonios de los clientes con otros demonios, sin darnos cuenta. Cuando unos clientes nos amenazaron con denunciarnos a las autoridades, los matamos con magia negra y luego escapamos a Rotterdam, donde continuamos nuestro trabajo. Sin embargo, no escapamos de nuestro demonio, ya que una bruja local nos envió una enfermedad de la que morimos. Así eliminó la competición.
Mi siguiente colaborador Nils tuvo dos vidas pasadas en Granada en los siglos XIV y XVI como inquisidor. Él también salvaba a los inocentes que otros inquisidores (obviamente poseídos) intentaban mandar a la hoguera. Al sacar los demonios de un médium que me perseguía encontré dos de las vidas de Nils, Juan María y Nacho Ignacio. Ambos habían sido inquisidores en las vidas de Nils en Granada y condenaban a los inocentes, impulsados por su afán de megalomanía y ambición –que les habían convertido en órganos de los demonios. Un tercer demonio que mandé a la luz fue Jan, un chico danés que Nils había salvado en Granada, pero que se convirtió en demonio tras matarlo yo en una vida siguiente. Al querer ayudar a los demás nos ayudamos a menudo a nosotros mismos, limpiando nuestro karma.
Un inquisidor parecido a Juan María y Nacho Ignacio fue Niki, 64, en su vida pasada en España, en 1402, como Jesús. El momento decisivo de su carrera fue cuando señaló como siguiente víctima a un niño que había robado comida. La madre del niño lo maldijo. Como consecuencia, los hijos del inquisidor murieron después de unos años. En su vida actual, el alma del niño se había apegado a ella, causándole una profunda depresión. Además, su hijo hizo un acuerdo con un demonio para tener fuerza y poder mientras ella estaba embarazada con él. El alma del hijo tenía un karma muy pesado y tuvo miedo de la vida que le esperaba. A los 2 años, el hijo casi la mata, arrojando sobre ella un armario. A los 30 años, mató con una pistola a una cuñada, madre de dos niños, que vivía en el mismo edificio porque se quejaba del ruido que él hacía. Eso simbolizó la unión total entre él y el demonio. Cuando Niki vino a donde nosotros, él llevaba dos años en la cárcel. Negaba haber cometido el crimen. El guía dijo que no podíamos ayudarlo, pues el contrato era sólido y el chico ya no poseía la capacidad de desear otra cosa que pertenecer al demonio. Niki había perdido un 90% de su alma que nuestros guías recogieron y limpiaron, pero ella no vino nunca a recuperarlo. El asesinato que cometió su hijo la había transformado en un ser apático e indiferente.
Ilías, 54, fue inquisidor en Sevilla, en 1542. Nació en Inglaterra y de niño, su padre se fue a pescar con otros pescadores cerca de la costa francesa. Eso era ilegal y cuando los franceses los descubrieron, se fueron precipitadamente. En su prisa, se olvidaron del niño, que fue tomado preso y llevado a la plaza mayor para ser castigado. Acudió el cura de la aldea y dijo que la mejor venganza sería criarlo como francés y católico. En aquellos tiempos existía una gran hostilidad entre ingleses y franceses. El cura enseñó al niño francés, español y latín y poco a poco nació un gran amor entre ellos. A los 22 años se le hizo saber al joven que tenía que irse a Sevilla. A los dos enamorados se les quebró el corazón. Hicieron el amor por primera vez y, al día siguiente, el joven se fue. En Sevilla estuvo en la base de la Inquisición. Quiso llegar a la cumbre y, para hacerlo, no era suficiente acabar con las “brujas”, sino también con los demás inquisidores, a los que envenenaba. Quedaba un oponente. Lo siguió y descubrió que era un monstruo sadista. Colgaba a los niños, los torturaba, les metía objetos en el ano, los violaba y bebía sus fluidos corporales. El joven se fue a buscar al consejo que acudió y lo pilló en delito flagranti. El inquisidor perverso fue condenado a la hoguera y el joven llegó a la cumbre de su carrera. A los 29 años había matado a cientos de personas en toda España, Italia y el sur de Francia. Entonces se fue al norte de Francia, al monasterio de su infancia. Su amante no quiso verlo, enterado de sus actos. Éste lo buscó y el cura se arrodilló a sus pies. El joven le ordenó que se levantara, pero él no lo hizo. Lo amenazó y el cura se levantó diciendo que no podía mirar a los ojos al monstruo que él había fabricado. Salió gritando, fingiendo que Satanás había entrado dentro de él. El inquisidor lo condenó a la hoguera. Al verlo quemarse, despertó en él su viejo amor y se arrojó a la hoguera abrazándolo. En esta vida Ilías tenía también ese afán de llegar a la cumbre a cualquier precio, y lo consiguió, pero al final su demonio se vengó de él y lo empujó a la quiebra. A raíz de ello se puso en el camino espiritual y tengo que reconocer que hizo un trabajo excelente.
La inquisición, como muchas otras instituciones de este planeta, fue una creación más de las fuerzas de la oscuridad con apariencia de servir y proteger a la humanidad, aunque con una particularidad: se imponía en el nombre de Dios. En cambio, perpetuó la violencia y la injusticia y, por eso mismo, gran parte de los verdaderos brujos malignos logró escapar de sus uñas. Las fuerzas oscuras pusieron así los fundamentos de nuestra moderna sociedad occidental en la que no se cree en nada que tenga que ver con ellas, pudiendo así actuar solapadamente. Además, se demonizó a la religión cristiana, resultando en la falta de fe en cualquier cosa relacionada con ella. Aunque esta religión está alterada y falsificada, constituye una base de la verdad divina. Sin fe en la existencia del mal y en Dios, no se sabe proteger, se queda expuesto a grandes peligros y se pierde fácilmente el alma.
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