El cristianismo considera el aborto como un pecado. De hecho, se trata de un acuerdo con un demonio. Nuestros cuerpos biológicos fueron creados por la oscuridad y ella impuso sus reglas. Lo luminoso es aceptar el sacrificio y tener el hijo, ya que se ha elegido tener relaciones sexuales, aunque el momento no parezca propicio o existan otros inconvenientes. Las almas de los fetos abortados suelen perderse o hacer un acuerdo con un demonio y hay que ayudarlas a ir a la Luz.